lunes, 8 de abril de 2019

INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA




CICLO 1: TERCERA ENTREGA INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA


INTRODUCCION: En esta guía se van a analizar tres formas o interpretaciones diferentes de la doctrina de la carnalidad, o la resurrección de la carne, o el Dios encarnado, cada posicionamiento al respecto se expresa como más le convenga para su planteamiento interpretativo. Como ha de esperarse, la doctrina de la carne que defiende Ireneo es prácticamente literal, y sintetiza diciendo que la carne resucita porque Dios todo lo puede, porque en Dios no hay imposibles. Por su parte Rahner, es menos dogmático al menos en palabras, y aunque utiliza la figura, la imagen y la representación para resucitar la carne al final termina afirmando casi lo mismo que Ireneo. Pimentel por su parte es el menos ideológico y ubica la resurrección en la vivencia histórica de los seres humanos, en su forma de ser y de sentir la realidad vivida y de transformarla de acuerdo a esa relación consigo mismo y con los demás. 
      
SAN IRENEO: ADVERSUS HAERESES, LIBRO V
El docetismo a través de su doctrina de la apariencia niega la realidad carnal de Cristo, el cuerpo de Cristo corresponde a una figura fantasmal y por lo tanto no pudo haber resucitado ya que el que estaba en la cruz no era una figura de carne y hueso y por lo tanto todo lo que cuentan los evangelios de Jesucristo como verdadero hombre es falso ya que su presencia en este mundo era pura ilusión. La concepción humana de Cristo que enseña la Iglesia, sobre su vida y su muerte y su resurrección corresponden a una fábula que se ha basado en la ilusión que a todas luces es inadmisible. Por lo tanto, no puede haber una unión de la naturaleza divina con la naturaleza de Cristo, tampoco es concebible la encarnación o la redención.
En el docetismo la permanecía de Cristo era pasajera, el nacimiento, la vida y la muerte de Cristo fue pura apariencia, aunque Cristo tenía un cuerpo visible y era capaz de sufrir no era un cuerpo material y por último el que murió en la cruz no fue Jesús sino un “doble” que lo sustituyo.
Esta posición doctrinal del docetismo se convirtió en su momento en un obstáculo para el desarrollo de la doctrina cristiana en ese inicial proceso de formación e institución religiosa, pues era una amenaza en contra de los dogmas fundamentales sobre Jesús y la salvación.
La disputa de San Ireneo contra éstos fue precisamente para minar estas posiciones y salvar los dogmas del cristianismo sobre la venida de Cristo, su unión de naturaleza divina con la naturaleza humana, la vida, la muerte y la pasión y en especial la doctrina de la resurrección.
San Ireneo refuta la idea de la apariencia o idea doceta con su particular doctrina de la resurrección, y en esta contienda donde Ireneo arremete en contra de esa idea de que la presencia de Cristo fue pura ilusión y que no tenía una realidad humana ni mucho menos que se diera la resurrección en un cuerpo de carne y sangre y para ello se escuda en los escritos del Nuevo Testamento, especialmente con las cartas de Pablo y Juan. Pero lo que más énfasis hace Ireneo es en la defensa de la salvación de la carne, y se apoya utilizando una serie de argumentos que suceden en los organismos vegetales, pretende que la naturaleza animal de la carne tiene un proceso de descomposición similar al de los cuerpos u organismos vegetales, compara la naturaleza humana tal si fuera una naturaleza vegetativa, pretendiendo que de la misma manera que un organismo vegetal se descompone antes de germinar igualmente la carne se descompone para que luego adquiera y continua una vez más la vida con un cuerpo restaurado.
San Ireneo no está hablando metafóricamente o esotéricamente, ni está aliado a ninguna doctrina ocultista, Ireneo está hablando literalmente de la resurrección de la carne, y no deja ningún margen para que sus palabras puedan ser interpretadas dentro de una filosofía, soteriología o creencia religiosa donde se puedan ubicar estos conceptos tan irracionales, y con mucha más razón cuando traslada estos conceptos a la eucaristía, donde Cristo continua encarnado y por ende “vosotros” podéis seguir en el camino de la salvación. Para Ireneo en la encarnación de la eucaristía resucita la carne, porque el Padre así los dispuso para salvar al hombre que había sucumbido ante la muerte en el paraíso de Adán. Y dice que, así como por el viejo nacimiento (refiriéndose a Adán) el hombre heredo la muerte, por el nuevo nacimiento (refiriéndose a la encarnación del verbo) heredamos la vida. (1)
Ireneo trata de locos a los docetas, porque según, Cristo no pudo ser en ningún momento mera apariencia porque sin ser hombre pareciera como hombre no podría ser entonces espíritu de Dios, pues los espíritus son invisibles y tampoco podría haber alguna verdad en un cuerpo que no lo era. (2)
La posición del docetismo invalidaba las pretensiones irracionales de Ireneo, era una confrontación de irracionalismos en donde el que tuviera la mayor autoridad y respaldo era el que prevalecía, al parecer Ireneo prevaleció sobre estos gnósticos, especialmente en contra de Marción que insistía en modificar las “escrituras sagradas” y hasta había desarrollado una nueva forma de entender al cristianismo y de interpretación de las escrituras, y en especial ese rechazo total al Dios del Antiguo Testamento por ser un Dios sangriento y vengativo y así mismo un rechazo total al Antiguo Testamento.
Estas eran posiciones que se interponían en la consolidación de la Nueva Religión, el hecho de que Marcion haya creado su propio evangelio significaba para la Nueva Iglesia un problema de identidad ya que la misma Iglesia también estaba creando sus propios evangelios, solo que, siguiendo el lineamiento de la tradición y la Fe como base de la doctrina, entre tanto Marcion continuaba con esa tendencia de modificar los textos bíblicos y la misma historia, y más grave aún, impugnando los dogmas cristianos de la Iglesia Católica utilizando los mismos textos bíblicos y con una predicación en la que rechazaba “el uso del temor a Dios para imponer la obediencia” , algo que aun en estos días sucede. Ireneo arremete contra Marcion precisamente por esta soberbia de alzarse contra Dios y de presumir de la gloria como si fuese propio (3) pero especialmente por esa posición de Marcion de un Dios malo y un Dios bueno.  
Los argumentos de Ireneo en contra de Marcion eran ingenuos al pretender utilizar la eucaristía como prueba de la incorruptibilidad de la carne, aduciendo que el cáliz y el pan se convierte en sangre y cuerpo, “si el cáliz mezclado, y el pan fabricado reciben la palabra de Dios para convertirse en eucaristía: de la sangre y el cuerpo de Cristo y por medio de estos crece y se desarrolla la carne en nuestro ser” (4). Esto se lo decía a quién predicaba la debilidad de la carne ya que Marcion creía que “la carne no era capaz de recibir el don de Dios” y por lo tanto la carne es corrupta y no se resucita con el mismo cuerpo. La disputa contra los marcionistas se centró en la incorruptibilidad de la carne, “si estamos vivos es porque Dios nos ha dado la vida, y si Dios es tan poderoso para dar la vida porque no ha de serlo para que la carne sea incorrupta”. (5) “Si miran debilidad en la carne es porque no contemplan el poder de aquel que la resucito de entre los muertos”, la carne es incorrupta porque Dios quiere que lo sea. El argumento en contra de Marcion se basa en la creencia del poder de Dios para dar la vida y dar la capacidad a los cuerpos de vivir tal como lo estamos haciendo, Dios en su poder, según Ireneo, decide que la carne sea incorrupta, de la misma manera que decide dar la vida y la salvación de los hombres. “Dios no hace las cosas para quedar sujeto a ellas, sino que las cosas hechas por Dios quedan sujetas a él” (6) por lo tanto la carne como creada por Dios está sujeta a Dios y por consiguiente será incorruptible.
La resurrección de la carne en San Ireneo es posible solo a través de ese principio de reproducción de los organismos vegetales, el grano de trigo y su descomposición antes de volver a germinar, Ireneo explica así la resurrección o la restauración de la carne y porfía con estos argumentos para resucitar la carne “lo que tu siembras no recibe la vida si antes no muere” (7) Muy conveniente comparar una semilla vegetal con la vida humana para obtener un argumento propicio para demostrar que un organismo renace de la pudrición, pero lo que no es propicio es que se trata de organismos incompatibles, la naturaleza de una planta es muy diferente a la naturaleza animal, y en ningún momento se puede llegar a pretender que haya algo de sensato en toda esta defensa.
La carne resucita según Ireneo precisamente porque es restaurada por Dios, porque fue creada por Dios y por lo tanto no puede dejar de ser parte de lo creado, y para demostrarlo acude a razonamientos y argumentos provenientes de los organismos no humanos o animales, el ser humano pierde partes originales durante su existencia y nunca más las vuelve a recuperar, como el cabello o los dientes, o la pérdida de una de sus extremidades.
Ireneo insiste y argumenta en que el hombre entra al reino de Dios completo, no solo en espíritu sino con su cuerpo y su sangre, y para convencer a sus refutadores recurre a la eucaristía y mediante un “canibalismo” eucarístico convierte el cáliz en sangre y el pan en cuerpo para la salvación de la carne, porque si la carne no puede ser salvada entonces el verbo de Dios no se hubiera hecho carne, el verbo se hace carne y por ende se adquiere la incorrupción. Según Ireneo el Hombre en Adán era un ser animado sin espíritu, y el hombre en Cristo es perfecto, y con espíritu destinado a la salvación de su espíritu y de su carne y de su sangre.
A la afirmación de los marcionistas de que la carne y la sangre no podían heredar el reino de Dios, Ireneo les argumenta que esa privación es solamente para los hombres que se entregaron a las obras de la carne, a los actos carnales y que trastornaron sus vidas entre la concupiscencia, el adulterio, la fornicación, la impureza y la lujuria, las orgias, etc. (8). Por lo tanto, son hombres carnales y como tales no pueden ingresar al reino de Dios, pero para no descartar la resurrección como un hecho verdadero argumenta que la resurrección de la vida es para los que obran bien y par los que obran mal resucitan para el juicio.
El pasaje bíblico de Lázaro, el hijo de la viuda y la hija del sumo sacerdote son los ejemplos que Ireneo cita para demostrar que la misma carne que muere es la que resucita. Así, la doctrina de la resurrección en Ireneo; apoyada en las cartas paulinas y otros textos bíblicos del Antiguo Testamento, se basa fundamentalmente en estos ingenuos ejemplos de resurrección de los muertos, según Ireneo la carne que resucita es la que ha recibido la curación del hacedor o el verbo divino, el mismo cuerpo resucita recibiendo del Señor la vida y la curación en sus mismos cuerpos y miembros, solo que para que esta resurrección sea, se tiene que renunciar a la concupiscencia de la carne,(9) para llegar a ser algo así como el hombre perfecto, el mismo hombre perfecto de los gnósticos. Por último, argumenta Ireneo que, si la carne y la sangre nos proporcionan la vida, ¿porque no han de proporcionarnos también la carne y la sangre el reino de Dios? (10)
Carne y espíritu son el complemento humano, es igual que decir cuerpo y alma, materia y espíritu. Carne y espíritu es ese dualismo que sirve de dimensión para ubicar la existencia humana dentro de la esfera de lo sagrado y lo profano, la carne como tal estará siempre expuesta a estar en el terreno de lo profano o incontinente y espíritu por su naturaleza será siempre ese hilo dorado que “comunica” con Dios. Se vive de acuerdo a la carne o de acuerdo a lo espiritual, los que deciden vivir de acuerdo a la carne; estarán viviendo sujetos a los deseos “carnales”, tal es el decir de Ireneo, y los que decidan vivir da acuerdo a lo espiritual, estarán siempre en el terreno de lo sagrado y esos conquistaran el reino de Dios, según también Ireneo en esta lectura contras los gnósticos. No puede haber posiciones extremas, pues no se puede alcanzar una vida integra viviendo solo de un “lado” al menos que decida vivir como un asceta, para alcanzar vivir un vida plena e integra hay que aprender a vivir de acuerdo a nuestra naturaleza humana, y nuestra naturaleza humana es una dualidad entre naturaleza animal y naturaleza espiritual y ningún humano puede ni debe prescindir de ambas condiciones, debe aprender a conciliar ambas naturalezas, claro está; la naturaleza animal o carnal es la más exigente y la más sujeta a lo profano, pero para eso está la naturaleza espiritual, para que por medio de la razón sea la que decida hasta cuanto deba ceder, y hacerse responsable de las exigencias de la “carne”, porque la “lucha” entre la carne y el espíritu es algo de lo cotidiano y no se puede “andar” en el espíritu sin que las necesidades de la “carne” sean desatendidas, la cuestión es hasta cuanto estoy dispuesto a complacer todas las exigencias carnales, porque dentro de estas exigencias no solo lo sexual es una de ellas, son muchas las exigencias, y más aún en una sociedad donde la figura humana es parte de esa dura competencia de vida.
Los sistemas filosóficos de todos los tiempos siempre han tratado de conciliar materia y alma para que la humanidad llegue a alcanzar vivir un vida plena y útil, la religión por su parte y en su particular interpretación utiliza los conceptos de carne y espíritu para alcanzar la “salvación” y sin buscar una posible conciliación entre ambas partes.  La teología por su parte siempre ha utilizado carne y espíritu para trasmitir las enseñanzas de Jesús y la doctrina de la Iglesia, solo que, de una manera menos extrema, o bien sea, ha tratado de establecer esa conciliación, la reflexión teológica deja prever que es necesaria la participación conjunta de ambas naturalezas, obrar conforme a la carne y obrar conforme al espíritu. Dentro de la reflexión teológica aún perdura la diferencia entre un cristiano carnal y un cristiano espiritual, el cristiano espiritual es el que decide vivir negando los deseos de la carne día a día para agradar a Dios, esto es; vivir cumpliendo como hijo de Dios, entre tanto el cristiano carnal decide vivir conforma a la carne, obedeciendo y saciando los deseos de la carne. No se necesita ser un fiel cristiano para darse cuenta el peligro que provoca saciar los deseos de la carne y vivir una vida desenfrenada, especialmente en el campo de la gula y la concupiscencia, por una vida concupiscente están abarrotadas las cárceles y las camas en los hospitales, por la gula vemos sociedades enteras padecer sus consecuencias y vemos a muchos hombres y mujeres tener una existencia dolorosa y breve.  
Se puede vivir siempre en el espíritu sin renunciar a las peticiones carnales, solo que estas peticiones deben ser las básicas, solo que estas peticiones básicas nunca serán las mismas, pues en una sociedad cambiante siempre surgirán nuevas necesidades y hasta obligaciones que tiene que ver con las cosas de la carne. Todos en algún momento nos hemos tenido que enfrentar a situaciones difíciles por no tener un control de las tentaciones de la “carne”, a algunos les cuesta más que a otros liberarse o salirse de estas situaciones, cuando una persona está muy imbuido o atrapado por estos deseos esta también muy desligado de lo espiritual y por lo tanto le será muy difícil salirse o acercarse a lo espiritual. Ahí es donde la religión juega un papel muy importante para muchos de estos “perdidos” pues es ahí, en la religión donde logran alinearse de nuevo en esa dimensión de lo espiritual, porque para poder alcanzar vivir en el espíritu en un cuerpo de carne es necesaria la “luz”, es necesaria la “luz” de la cultivación espiritual. Y aunque la cultivación espiritual no solamente se puede alcanzar en una iglesia o en una religión sea cual sea es algo que requiere de una gran disciplina que no todos están dispuestos a someterse.
Efectivamente se puede dialogar enriquecida-mente sobre las necesidades carnales y espirituales, porque reconocer las diferencias se convierte en una enseñanza de vida, y no solo se puede como ya se hizo, crearse una religión y una teología o diferentes filosofías para convertir esta enseñanza en una doctrina de salvación, tal es el caso de la teología y la religión cristiana, sino, que la condición humana como complemento de estas dos naturalezas está sujeta a lo que el ser humano alcance tener una vida de superación, y esta superación es precisamente el dominio de sí mismo, y el dominio de sí mismo es “vencer los deseos de la carne” lo cual no significa la total renuncia de los mismos, sino que lo espiritual sea mayor que lo carnal, esto es; que la naturaleza de lo espirtual o la autonomía espirtual prevalezca sobre la naturaleza animal o carnal. No se equivocan los que predican esta contante lucha entre lo carnal y lo espiritual, porque los deseos de la carne son instintos; instintos animales, son los mismos instintos que tiene los demás animales para la sobrevivencia, solo que los otros animales no tienen esa otra naturaleza que sí tenemos los seres humanos, la naturaleza espiritual, y los seres humanos en posesión de esta otra naturaleza superior o “divina” tenemos la responsabilidad y el derecho de superar y dominar nuestra naturaleza inferior o animal y vivir a solicitud de lo espiritual, cuando se habla de condición humana y condición divina no se está hablando de algo sobrenatural, se está hablando de esa naturaleza superior que tienen los humanos, la naturaleza de lo espiritual…
KARL RAHNER: “CREO EN LA RESURRECCION DE LA CARNE”: La posición de Rahner respecto a la de Ireneo de Lyon son muy semejantes, solo que Rahner no quiere pecar de ingenuo como Ireneo y dice lo mismo que Ireneo, pero con ideas más académicas, pero al final terminan diciendo prácticamente lo mismo. Inicia acudiendo a la des-mito-logización para dar a entender lo que en realidad los cristianos creen cuando confiesan la resurrección de la carne. La confesión de la resurrección de la carne es más una “pintura” o “imagen” antes que ser una aceptación dogmática de la resurrección, y como tal es una representación parcial de el mismo dogma, y solo puede ser entendible dentro de esa polaridad del conocimiento humano: el conceptual y lo gráfico. (11) Los textos bíblicos hacen “pinturas” de la resurrección de la carne y no especifica en concreto un lugar de donde se dan los hechos, en ocasiones es la misma tierra la que parece como la sede de la bienaventuranza y en otras ocasiones se dan en una morada que está más allá de la tierra (12), no hay lugar para una resurrección general.
Karl en ese intento de no encajar dentro de la doctrina dogmática de Ireneo se refiere a que la resurrección de la carne es parte de esa escenificación escatológica, popular y poética de las escrituras. (13) Y sostiene que la resurrección está llena de elementos imaginativos, pero con un significado limitante. Ese significado de la resurrección de la carne Karl lo resuelve en una disposición total del hombre hacia Dios, una disposición de plena realización espiritual del hombre, un hombre plenamente realizado, y cuando el hombre alcance esa realización es cuando esa antigua creencia o “representación” que antes era, se convierte en un nuevo pensamiento, en un pensar como hombre realizado y por lo tanto resucitado en cuerpo y alma. (14)
JONATHAN PIMENTEL:
UNA REELECTURA MITICA DE LA TEOLOGIA DE LA ENCARNACION: EL DIOS ENCARNADO: En Pimentel, la carnalidad es más concreta, aunque se experimenta y se realiza dentro de esa condición histórica del ser humano, y como tal, se siente, se vive y se concreta dentro de la realidad humana, especialmente dentro de la experiencia de vida, subjetividad/intersubjetividad, que hace que carnalidad sea esa forma de ser uno mismo y como ser con los demás. Para Pimentel, “el mito del Dios encarnado remite, de la forma más radical a la vida concreta del ser humano como núcleo de la historia” (15). El Dios carnal en Pimentel es un Dios profano para la ortodoxia de la religión, pues constituye una actitud voluntariosa del ser humano ante la vida y no una simple posición de Fe, constituye un “pensar y transformar lo temporal desde las necesidades negadas” (16). La carnalidad en esta lectura no es “comerse a Dios” o a Jesús dentro de un acto litúrgico, “es pensar desde la condición concreta y carnal humana” (17). Incluso, pretende que la teología sea una práctica carnal considerando que desde la carne el ser humano se realiza para el bien o para el mal. Según Pimentel, la carnalidad cristiana de occidente es una carnalidad degradada, pues es una carnalidad punitiva que se acusa de pecadora y culpable, pues se es culpable porque se participa de la carne y todo lo que viene de la carne es impuro.  
Al final, Pimentel; parece que nos quiere decir algo más, y aborda el tema de “comer carne”, y se refiere a esas comunidades primitivas cristianas, las mismas que siempre fueron acosadas y acusadas de sacrificar y comer niños en las tabernas subterráneas y a primeras horas de día. Existe el pasaje bíblico de que para ingresar al reino de Dios hay que ser como niños, pues Dios está en los niños por su condición de pureza, y la conclusión seria si se come a un niño se está comiendo a Dios…  Y si, de seguir relacionado la eucaristía en donde “se come a Dios” con estas leyendas de las comunidades primitivas y otras tantas que se refieren a los rituales sangrientos entre los cristianos sin duda se llegara a especulaciones muy atrevidas y hasta insultantes…
NOTAS BIBLIOGRAFICAS:
(1): Adver. Aers., Ireneo de Lyon, libro V, pág. 500
(2): ibid.
(3): ibid. pág. 502
(4): ibid. pág. 503
(5): ibid.
(6): ibid. pág. 507
(7): ibid. pág. 509
(8): ibid. pág. 518
(9): ibid. pág. 520
(10): ibid. pág. 527
(11): ESCRITOS DE TEOLOGIA, KARL RAHNER, TOMO II RESURECCION DE LA CARNE, pág. 214
(12): ibid. pág. 216
(13): ibid. pág. 217
(14): ibid. pág. 221
(15): CARNALIDAD: UNA RELECTURA DEL DEL MITO CRISTIANO DEL DIOS CARNAL, pág. 199
(16): ibib.
(17): ibid. pág. 227

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