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(UNA DE LAS GRANDES MENTIRA DEL CRISTIANISMO ENTRE TANTAS OTRAS...
LECTURA: MARÍA VICTORIA ESCRIBANO, EL CRISTIANISMO MARGINADO, HETERODOXOS, CISMÁTICOS Y HEREJES DEL S IV.
Las
problemáticas de estas lecturas vienen siendo una continuación de las que ya
hemos tenido la oportunidad de conocer y exponer, solo que en tiempos distintos
y con otros personajes, el asunto de la controversia en el cristianismo y en la
iglesia católica es algo que nunca va a acabar, siempre van a darse situaciones
conflictivas entre las distintas posiciones doctrinales, los dogmas
trinitarios, las cristologías, unas parciales otras totales respecto a la
naturaleza divina, las formas de espiritualidad de los primeros cristianos, la
espiritualidad monástica y el “retiro” o aislamiento como una forma de
acercarse a Dios y de cómo debe vivir el verdadero cristiano, o de cómo seguir
a Cristo en la pobreza, son estos, aspectos que tiene que tener un respaldo
doctrinal y para contar con ese respaldo hay que elaborar los diferentes
doctrinas y dogmas y darle esa validez ortodoxa. Surgen así, doctrinas
dogmáticas con “muchos dueños” pues han sido una condensación mística,
esotérica, soteriológica, etc., de otras ya existentes y, por otro lado, son
doctrinas que se adoptan, se compilan y se adaptan en asambleas unilaterales, y
de la que luego nadie debe desviarse, enfrentarse u oponerse caso contrario
hasta la pena de muerte sería la sentencia.
Curiosamente muchos de los que se han desviado han sido los mismos que
han contribuido a la conformación doctrinal en las asambleas, tal como sucede
en la actualidad con los partidos políticos, cuando un miembro del buró
político no tiene ningún poder de mando o cuando un miembro aun honesto
renuncia al partido y hace ”casa aparte” porque no le gusta lo que sucede
dentro del partido para luego convertirse en la competencia, así sucedió en
este S IV con la nueva religión que ya había ingresado al “buró político” de la
época. Veamos lo que escribe Tertuliano
al respecto “su obra no está hecha con materiales que sean suyos, sino con
restos de la verdad…socavan nuestra casa para construir la suya”. ¡¡Tirando piedras al aire teniendo techo de cristal¡¡
De
la misma manera que apologistas y exegetas de dos siglos atrás se enfrentaron a
las herejías del momento, de igual manera sucedió en el S IV, claro, las
circunstancias y los personajes fueron otros, esta vez serán los donatistas,
pretendiendo bifurcarse y “adueñarse” de una doctrina en la que ellos mismos
han sido cómplices de su existencia.
¿Porque cismática? Porque sus posiciones teológicas amenazan la
existencia y la continuidad y divide a la Iglesia oficial del Imperio: el
asunto de la eliminación de las herejías no una cuestión simplemente teológica,
los postulados teológicos, en este caso del donatismo; si bien es cierto
incomodaba a la Iglesia oficial, lo que más incomodaba era el éxodo de fieles que
estas provocaban y la amenaza de perdida de “poder” en el poder clerical
oficial. Las posiciones doctrinales en muchas de estas llamadas herejías fueron
mejor atendidas y comprendidas, especialmente por las comunidades más humildes
y necesitadas, lastimosamente ha sido desaparecida y quemada gran parte de esa
literatura que a lo mejor hubiera sido en estos días un aporte mayor para la
historicidad de la cristiandad y para la misma teología católica y una fuente
mayor para estudio académico.
La
autora de este texto nos trasmite a través de la narrativa histórica parte de
esa problemática del cristianismo en el S IV, después de que Constantino
situara al cristianismo en un plano de igualdad respecto al paganismo, la
religión oficial del Estado.
El
enfrentamiento de la Iglesia oficial con otras Iglesias marginadas es la clave
de esta lectura, pero sobre todo porque estos movimientos también cristianos,
pero con otras liturgias y otra jerarquía eclesial, se “oponían a la creación
de una ortodoxia católica apoyada por el imperio”. Y si esto sucedía, Tal como sucedió, cuál
sería la suerte de los movimientos que están fuera de esta ortodoxia. Fue así como se eliminó este tipo de
competencia eclesial, destruyendo y “secuestrando” las otras iglesias cuya
existencia amenazaba la estrategia política de la iglesia-Imperio de expansión
política-ideológica. La acusación más “original” fue la desviación doctrinal y
por ende la no “salvación” de los hombres, solo que este argumento de
“salvación” siempre fue una mentira,
porque la verdadera razón de su extinción era puramente política, se buscaba
una Iglesia que fungiera como un “brazo armado” del poder político, que
estuviera presente en la sociedad y que la dominase y la controlase, esa fue
siempre la estrategia política de incluir a la Iglesia en el gabinete político
de un Estado o una Nación, aun en la actualidad. Retomando a la lectura, la presencia activa
de estas “iglesias” consideradas heréticas genero entre las autoridades
cristianas una gran efervescencia y desavenencias entre los mismos cristianos,
“ascetas carismáticos, confesores, escrituras, sínodos, consenso comunitario y
obispos” discurriendo sobre la doctrina y sobre los desacatos de la misma.
(1) La intervención mancomunada del
poder imperial junto con las autoridades eclesiásticas para “aplastar” a estos
cismas heréticos fue más intensa y rígida que dos siglos atrás, la “utilización
de leyes para estigmatizar y marginar socialmente al herético” (2) se convirtió
en rutina; cada vez se legislaban nuevas leyes y cada vez más rígidas en contra
de los cismáticos y todos los que se desviaran de las interpretaciones
“oficiales”.
Pareciera,
según la autora, que durante este siglo se recurrió al llamado de gran cantidad
de concilios, algunos “muy insólitos”, para defenderse de estas doctrinas
controversiales, además, el surgir de una literatura martiriológica para
convertirla en “una conducta de rigor y severidad” (3) era una forma de presión
en contra de este tipo de cristologías no oficiales, y que iban en contra de
las intenciones de santificar y asegurar la unidad de la iglesia-imperio como
forma de dominación político-ideológico, como forma de controlar ideológicamente
la sociedad. La persecución y la marginación social a estos “detractores” de la
Fe nunca cedió y los mismos fueron eliminados y hasta asesinados, la
legislación fue un arma política del poder para contribuir a esta desaparición
activa, la contribución que Agustín de Hipona hace en contra de los donatistas
calificándolos de apostatas fue decisiva
para el desvanecimiento de esta presencia herética, es conocida la lucha de
este obispo de Hipona para purificar la doctrina cristiana y por ende purificar
las almas “la herejía conduce al hombre a su perdición”.
Una
de las grandes causas de las doctrinas y las teologías llamadas heréticas fue
sin ninguna duda la dificultad de ligar o “amarrar” las categorías filosóficas
y otros postulados provenientes del helenismo y otras soteriologías antiguas a
la idea nada original del
cristianismo, sobre todo cuando se trataba de una doctrina cristiana que tenía
que empatarse con el poder político imperial. Es en este intento de conciliarse
en ese sincretismo que nace la discusión y las diferentes posibilidades o
dificultades de “unir” un concepto filosófico o una ancestral creencia
religiosa de salvación con una nueva creencia político-religiosa, es
precisamente en este debate teológico donde todos salen triunfadores en sus
posiciones donde nace la división o cisma,
los que acuerdan y los que no acuerdan, los que “acuerdan” se quedan o se salen
y los que no “acuerdan” también se quedan o se salen, la única diferencia es
que solo unos “buscaran el amparo del poder político para hacer valer sus
posiciones”, (4) entretanto los otros tendrán que refugiarse o adjudicar.
El
arrianismo fue abatido de igual forma, aunque el arrianismo en ocasiones fue
compatible con la estrategia del Estado, su doctrina fue objeto de grandes
controversias teológicas, posiciones discutidas como “la consubstancialidad de
Cristo respecto al padre y, por tanto negaban su divinidad…Cristo no había
asumido el alma humana, sino solo el cuerpo” (5) fueron el cisma de estas
grandes discusiones teológicas que ponían en duda la identidad del
cristianismo, y no fue hasta el concilio niceno que consolido la identidad
cristiana a través del dogma niceno. El arrianismo obtuvo la superioridad de
Iglesias, llego a controlar la mayoría de las mismas, “todas las existentes en
la ciudad estaban dirigidas por arrianos”. (6) Esta superioridad y
desproporción numérica de Iglesias respecto a los heterodoxos fue motivo de una
lucha más ardua en su contra por parte del discurso de la Iglesia del Estado
que pregonaba de manera absoluta la única verdad, al final el arrianismo termina
siendo una Fe en curso de extinción, sin Iglesia ni organización, tanto en
oriente como en occidente. (7)
La
tolerancia a lo doctrinal fue una particularidad del Imperio Romano, hasta que
ese discurso de la Iglesia como única verdad apareciera para desterrar a las
otras doctrinas “hermanas”, (me recuerda a Caín y Abel) tal es el caso de los
pelagianos, con una posición doctrinal que “desacomodaba” el acondicionamiento
doctrinal de la Iglesia oficialista, especialmente en esa posición del pecado que
proclamaban los pelagianos y el libre albedrio para salvarse o para condenarse.
La posición del pelagianismo no fue exactamente contraria a la de la Iglesia
oficial, sino más bien fue una posición que de manera implícita “desmentía” a
la doctrina oficial; la capacidad del individuo de alcanzar la salvación por su
propio esfuerzo, la idea de que el hombre puede vivir sin pecado, desmentían a
la Iglesia oficial como protectora de la sociedad y como abanderada de los
valores axiológicos que deben tener los hombres para la salvación. La posición doctrinal
pelagiana aunada a estos otros aspectos genero un tipo de división tan
controversial como los anteriores, aunque también tenían posiciones teológicas
que entraban en discusiones dogmáticas, tal es el caso de la moral pelagiana,
“un modo de vida ascético, presidido por las nociones de renuncia y
abstinencia”. (8) La actitud moral pelagiana fue algo que incomodo al dogma
cristiano y por consiguiente genero acaloradas discusiones teniendo en cuenta
de que la doctrina de Pelagio era acogida en muchas y grandes ciudades, y como
tal se convertía en una amenaza viva para la Iglesia y el Estado, en todo caso,
la posición doctrinal del pelagianismo genero una de las más acaloradas
controversias en occidente.
Igual
trato recibió el movimiento prisciliano, esta era una doctrina con tintes más
morales que teológicos, una doctrina basada en ideales de austeridad y pobreza,
instaba a la Iglesia a “abandonar la opulencia y la riqueza para volver a
unirse con los pobres”. Al igual que el pelagianismo también “desmintió” a la
Iglesia oficial, no solo por los ideales morales, sino por posiciones
doctrinales, atribuía a Jesús un cuerpo solo aparente, pues negaban la
encarnación del verbo y se les acusaba de ser antitrinitarios, recomendaban la
abstinencia del alcohol y el celibato como parte de ese ascetismo propuesto,
las mujeres tenían una gran importancia en los templos por su participación
activa, decía que la oración no es una petición de ayuda a Dios, sino una
reflexión de las escrituras,(9) y lo más preocupante para la Iglesia oficial
era la posición de la salvación individual.
Fueran estas posiciones morales o teológicas, el asunto de fondo es que
estas posiciones se convertían en una complicación para los fines políticos de
la iglesia oficial que siempre han sido los de controlar y dominar en la
sociedad como un brazo armado del
Estado.
LECTURA:
MANUEL SOTO MAYOR (CONTROVERSIAS DOCTRINALES S V Y VI)
Humanidad/divinidad,
tal parece la consigna y la controversia de esta lectura, pero no tanto, porque
la verdadera consigna en esta lectura es la intervención imperial apoyando a la
autoridad eclesial. La cuestión dogmática parece la parte superficial del
conflicto, la cuestión de poder iglesia-estado parece ser lo interior de todas
estas disputas. Y rescatando esta parte superficial, entramos en un tema
histórico, fundamento teológico y religioso, tal es la cuestión de la divinidad
de Cristo y las diferentes posiciones al respecto. Pues bien, la posición
dogmática de si Jesucristo tenía una humanidad y era a la vez una divinidad, genero
durante siglos discusiones, la verdadera unión en un mismo ser (10) supuso
sentimientos encontrados entre las mimas autoridades eclesiales, según algunos
en Cristo las dos naturalezas se funden de tal modo que da lugar a una sola, en
otros el contenido era similar pero la forma era diferente. Al parecer, la unidad de Cristo hizo estallar
grandes controversias, más fuertes aun, que las que surgieron con el dogma
trinitario un siglo atrás. La iglesia siempre ha hablado de la divinidad, la teología tradicional o
fundamentalista defiende la divinidad como una sobre-naturaleza, y se le
atribuyen poderes sobre-humanos, “poderes propios de Dios”, cuando se habla de
la divinidad de Cristo se hace explicita referencia a esos poderes, algo que
está muy por encima de lo humano, inalcanzable por medio de la razón, pero a la
vez alcanzable en la eucaristía, esto es, en el simbolismo eucarístico, solo
que este simbolismo o alegoría eucarística no permite interpretaciones alegóricas.
La alegoría como tal no existe para la eucaristía, y en eso consiste
precisamente el dogma y por ende la cristología que se construya a su alrededor
de esta alegoría y se defienda dogmáticamente. La alegoría deja de ser lo que
es, y se convierte en una “verdad dogmática”, pero la “verdad dogmática” no
encaja en la realidad, ni se puede vivir como una realidad concreta, sino como
una realidad subjetiva, o aceptada sin mediación gnoseológica y por lo tanto no
tiene ningún valor gnoseológico cualquiera supuesta “verdad dogmática”. Por lo tanto, todo lo que se pueda esperar de
supuestas “verdades dogmáticas” son solo posiciones en conflicto, controversias
entre estos y aquellos, solo que estos y aquellos ambos defienden diferentes
“verdades dogmáticas”; estos, defendiendo una divinidad parcial y otros
defendiendo una divinidad total, tanto así, que en ocasiones entre ellos mismos
consideraban innecesario el llamado al concilio, porque “no sabían ni ellos
mismos cuánta razón tenían”. (11) Pero
la verdadera causa de estos conflictos o controversias en la mayoría de los
casos respondía a una cuestión de poder, cuando los pertenecientes a una
posición doctrinal eran dejados fuera del concilio o cuando se elaboraban
dogmas doctrinales de manera unilateral surgían las nuevas confrontaciones, y
de nuevo el intervencionismo imperial al lado del poder episcopal que más le
convenga. El antagonismo episcopal dio lugar a muchas luchas en contra de
posiciones doctrinales elaboradas como única ortodoxa, (12) la lucha por el
poder político-eclesial fue la causa de la organización de muchos concilios y
de muchas controversias y las funestas consecuencias. En apariencia, las
controversias eran por las diferentes posiciones respecto a la unidad de
Cristo, de si era verdaderamente hombre o era verdaderamente Dios, pero en
medio de todo esto, en estas posiciones dogmáticas estaba en juego el poder y
el antagonismo eclesial amparado por la intervención imperial, solo así se
puede llegar a tener una comprensión razonable.
Una
de las más conflictivas e inconvenientes controversias fue la nestoriana, según
la cual, la Virgen no es la madre de Dios, sino solo la madre de Cristo, y que
en Cristo existen tanto la naturaleza humana como la naturaleza divina las
cuales están separadas. Posición que convoco al concilio de Efeso. Esta
posición nestoriana tuvo muchos importantes seguidores, pero al final fue
debatida por el poder imperial y eclesiológico, y en consecuencia surge el
monofisismo, según la cual en Jesús solo está presente la naturaleza divina que
predomina sobre la humana, posición también condenada ya que contradice la
ortodoxa católica que sostiene que en Cristo existen dos naturalezas, la humana
y la divina sin separación ni confusión.
Aunque
se pretenda denunciar la intervención imperial en asuntos eclesiológicos, esta
lectura está totalmente orientada en torno a estas diferentes posiciones sobre
la naturaleza humana/divina de Cristo, en la cual, unos separaban lo humano de
lo divino, entre tanto otros sostenían ambas naturalezas pero separadas, otros
unían ambas naturalezas sin hacer separaciones, el homeismo por su parte
sostenía que el hijo es semejante en todo al padre, peor no es igual, y para
ponerse de acuerdo y fijar una postura o una cristología única se convoca a un
nuevo concilio, esta vez el concilio de Calcedonia para fijar una cristología
definitiva y fundamental, basada en las posiciones de San León, San Cirilo y
Juan de Antioquia y se decide que “Cristo es perfecto Dios y perfecto hombre,
con dos naturalezas perfectas e inconfusas-la divina-la humana unidas en la
unidad de una sola persona o hipostasis…” y hasta el momento no parece que
hayan surgido otras cristologías que generen la controversia.
LECTURA:
MAR MARCOS: EL MONACATO CRISTIANO
Seguimos
con doctrinas tal vez no tan controversiales como las del dogma trinitario o la
naturaleza de Cristo, pero que no dejan de provocar situaciones de
controversia, precisamente por esa polaridad de las diferentes situaciones y
posiciones en que se dan y se realizan. El solo hecho de renunciar a la vida en
sociedad, de renunciar a la sexualidad y renunciar a los bienes materiales ya
es un asunto que requiere de la reflexión tanto filosófica como ética. En esta lectura Mar Marcos nos refiere toda
una reseña histórica del origen del monacato a través de muchas culturas,
religiones y filosofías como el budismo y los pitagóricos, y además, las
posibles razones o causas para que cristianos decidan abandonar sus familiares,
sus pertenencias y tener una vida de asceta, mendingando y viviendo en la
abstinencia total, las distintas formas de monacato, el anacoretismo, el
semi-anacoretismo, el cenobitismo y el encratismo como formas de monacato que
se llegaron a organizar y a institucionalizar y de cómo el monacato se
convierte en un espacio organizado para alcanzar una experiencia religiosa por
medio de la austeridad, la pobreza y hasta el abandono personal.
El
monacato entendido como “una práctica organizada del ascetismo en un espacio
separado de la sociedad” (13) responde en cierta forma a esa interrogante
ética-filosófica de una espiritualidad que pretenda “confeccionarse”, casi que de
la misma manera que el mártir consideraba que dejándose devorar alcanzaría la
máxima experiencia religiosa y por ende la vida eterna; de la misma manera
estos cristianos consideraban que renunciando a la abundancia y a la sociedad y
a todo lo que generara placer era acercarse a Dios de una manera más directa o
santificada. “La figura del mártir vino a ser reemplazada por la figura del
monje” (14)
El
monacato se desarrolló en todo oriente de formas diferentes, en algunas
situaciones las ideas eran radicales y por lo tanto condenables, por ejemplo,
las comunidades ascéticas de Asia que rechazaban a la jerarquía eclesiástica y
el trabajo manual que causo serios conflictos a las iglesias en las primeras
décadas del siglo V.
Por
su parte el monacato occidental es más elitista que el oriental, de manera que el
ascetismo de la vida monástica requirió más tiempo en consolidarse que en
oriente, pero una vez alcanzado este nivel de ascetismo la vida monástica adquiere
solidez y templanza, especialmente porque el monacato occidental estaba muy
ligado a la aristocracia, era una forma de cultivar la aristocracia en las
grandes ciudades y estaba dirigido y “patrocinado” por las autoridades
eclesiásticas, de manera que no habían problemas de abastecimiento básico,
además, los obispos eran quienes impartían las reglas y la enseñanza, pero si
habían cánones de disciplina que había que respetar caso contrario sea
anatema.(15)
A
modo de resumen, en una doctrina en la que todos son considerados “dueños”
porque de alguna manera han contribuido en la conformación, es entendible que
algunos hayan querido hacer “casa aparte”, porque si analizamos la historia o
bien, esta misma lectura, nos percatamos que la doctrina cristiana como un
sincretismo en toda su dimensión, siempre ha habido intentos de división, y los
cismas heréticos así lo demuestran, los que contribuyeron a su formación sean
estos personajes o líderes religiosos, sean sistemas filosóficos o creencias
religiosas, soteriologías, escatologías o axiologías, etc., luego que han
pretendido hacer correcciones radicales se han visto en la aprobación o en la
desaprobación y fue precisamente en la desaprobación, en la discusión de lo que
debe y no debe ser, donde se genera el cisma
y es en el cisma de una discusión en la que no hay perdedores donde nace lo
herético, porque las dos posiciones siguen en vigencia. ¿Quiénes fueron los
triunfadores en estas controversias…los buenos o los malos?
BIBLIOGRAFÍA: - (A) - EL CRISTIANISMO
MARGINADO: HETERODOXOS, CISMÁTICOS Y HEREJES DEL SIGLO IV (MARÍA VICTORIA
ESCRIBANO)
-
(B) – CONTROVERSIAS DOCTRINALES SIGLO V Y VI (MANUEL SOTO MAYOR)
-
(C) – EL MONACATO CRISTIANO (MAR MARCOS)
CITAS
BIBLIOGRÁFICAS:
(1):
(A), pág. 399
(2):
ibíd. pág. 400
(3):
ibíd. pág. 401
(4):
ibíd. pág. 418
(5):
ibíd. pág. 421
(6):
ibíd. pág. 444
(7):
ibíd. pág.448
(8):
ibíd. pág. 450
(9):
ibíd.
(10):
(B), pág. 592
(11):
ibíd. pág. 593
(12):
ibíd.
(13):
(C), pág. 643
(14):
ibíd. pág. 647
(15):
ibíd. pág. 683